Permanece quieto y mirare desde mi morada (Isaías 18.4). Asiría se dirigía contra Etiopia, cuyos habitantes eran de gran estatura, y un carácter apacible. Al avanzar los ejércitos Dios no hizo ningún esfuerzo para detenerlos y parecía que se les había permitido el hacer su voluntad. El continuaba observándolos desde su morada, y todo parecía que les favorecía; pero antes de la recolección, todo su orgulloso ejercito fue cortado y destruido con la misma facilidad que las ramitas son cortadas con las podadoras por el jardinero. ¿No es una concepción maravillosa de Dios, el permanecer quieto y observando? Su quietud no es asentimient. Su silencio, no quiere decir que el consienta. El solamente, espera que llegue su tiempo, y se levantara en el momento mas oportuno, cuando parecia que los designios de los malvados van a triunfar; entonces El se levantara y los derrotara desastrosamente. Cuando miramos a la maldad que existe en el mundo, cuando pensamos en los éxitos aparentes de los obradores de maldad; Cuando sufrimos bajo la opresión de aquellos que nos odian, recordemos aquellas palabras maravillosa acerca de Dios, “que El permanece quieto y observando.” Esto puede también interpretarse de otra manera. Jesús observo a sus discípulos cuando trabajaban remando durante la noche tempestuosa; y contemplo, aunque de una manera invisible, los dolores sucesivos de Betania; cuando Lázaro pasó paulatinamente los escalones de una enfermedad mortal, hasta que sucumbió y fue llebado a la tumba de piedra. Pero el esperaba solamente el momento cuando pudiese intervenir de una manera mas eficaz. ¿Permanece El quieto para ti? El no deja de observar; El esta contemplando todas las cosas; El, tiene colocado Su dedo en tu pulso, y observa todas sus aflicciones. El vendrá a salvarte cuando llegue el preciso momento. Dios te bendice

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